CLASES DE BRUJAS


Se puede ser bruja por afición o por vocación o por distracción o por casualidad o por preferencia. El ser bruja no discrimina por razón de sexo, edad, raza, nacionalidad, creencias políticas o religiosas.
Entre las múltiples variantes existentes pueden identificarse con mediana claridad cuatro tipos: brujillas, aprendices de brujas, brujas aficionadas y brujas propiamente dichas.


Las brujillas son, por lo general, pequeñas de estatura; ágiles de mente; con cabellos muy largos y rizados y ojos grandes como si quisieran abarcar con ellos el mundo entero. Curiosas, juguetonas, nerviosas y sensibles. Son brujillas no por lo pequeñas sino por la manifestación ínfima de la maldad. Casi podría decirse que la maldad, si existe en ellas, es más bien un accidente. Pueden ser traviesas, sí, pero no malvadas. Pueden pensar incluso en la maldad, pero son incapaces de ejecutarla. A menudo confunden maldad con travesura y lo que para ellas es una acción infame para el promedio no pasa de ser un jueguito de niños.



Las aprendices de bruja, son simpáticas y de conversación fácil. Las aprendices casi siempre son delgadas y altas y andan por la vida con una expresión de insatisfacción y desagrado. Parecen demasiado conscientes de su condición de aprendices de la cual continuamente se afanan en salir de forma excesiva. No tienen habilidad para tratar a la gente y aun cuando intentan la simpatía, el intento irradia una molestia interna que se hace evidente de inmediato. Prefieren observar con la esperanza de aprender cómo dejar de ser aprendiz . El no aceptar su condición natural es su mayor defecto. Tanto, que muchas veces lo olvidan y pretenden ser brujas. En esos momentos cometen sus mayores errores y como les falta la majestuosidad de las brujas verdaderas, el error se convierte en horror y bien puede costarles la expulsión definitiva de su clase. Si por el contrario, la aprendiz acepta su condición, puede convertirse en ayudante de bruja mayor, rango muy estimado que le permite conocer de cerca las artes ocultas y su ejecución sin cargar con la responsabilidad de las consecuencias.


Las brujas aficionadas pertenecen a una categoría distinta. Poseen la habilidad natural, pero no les interesa desarrollarla. No consideran con seriedad la condición brujeril y sus ejecutorias responden casi siempre a la casualidad. Son brujas a tarea parcial. Temporeras e inconstantes. En ellas la improvisación juega un papel importante. Son incapaces de repetir siquiera el más elemental de los gestos rituales, olvidan con facilidad. Van por la vida con soltura a pesar de su despiste continuo. Poseen una gracia natural que les permite responder con chispa a los comentarios más mordaces y casi podría decirse que nacieron para hacer reír. Son generosas de cuerpo y espíritu, adoradoras fervientes de la vida, dispuestas al abrazo consolador, a la sonrisa conciliadora, a la dávida, al gesto pacificador, a la marcha solidaria, al comentario asertivo, a la recomendación feliz.


Si habláramos de brujas, brujas propiamente dichas, sería necesario hacer la aclaración inicial de que es ésta, de todas las clasificaciones, la que ofrece mayores dificultades. No existe modelo físico que nos permita establecer con claridad los seres que pertenecen a esta categoría. Las brujas pueden ser grandes o pequeñas, gruesas o flacas, rubias o pelinegras. Tampoco existe un rasgo de carácter que nos permita distinguirlas; esto es, pueden ser simpáticas o ácidas, parlanchinas o calladas, inteligentes o ignorantes.


Más que responder a una característica física, las brujas responden a una actitud vital. Actitud vital proveniente de su conocimiento, intuitivo al principio, de pertenecer a un círculo prohibido para muchos, desconocido para algunos, temido por la mayoría. Ese conocimiento fundamental agrega a su carácter, cualquiera que éste sea, una buena dosis de orgullo que raya en la arrogancia.
Puede la bruja optar por la bondad o la maldad cuando pasa del conocimiento intuitivo a la certeza. No hay términos medios: o se es bruja buena o se es bruja mala, aunque ser una u otra no excluye la capacidad para el bien o para el mal.

(Texto: sacado de internet)


Broches bruja de fieltro de distintos colores. Una colección llena de brujillas, aprendices de brujas, brujas aficionadas y brujas propiamente dichas.

¿Y tú qué eres?: bruja por afición o por vocación o por distracción o por casualidad o por preferencia...

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