EL BUSCADOR DE SETAS

Al romper el alba el buscador de setas sale de su casa con un bastón y una cesta. Toma la carretera y, un rato más tarde, un camino, hasta que llega a un pinar. De tanto en tanto se para. Aparta con el bastón la capa de pinocha seca y descubre níscalos. Se agacha, los recoge y los mete en la cesta. Más allá encuentra lactarios. Sigue andando y, en un encinar, encuentra rebozuelos, oronjas y agáricos.


Con la cesta llena empieza a desandar el camino de golpe ve el sombrero redondeado, escarlata y jaspeado de blanco, de la amanita muscaria. Para que nadie la coja le da un puntapié. En medio de la nube de polvo que la seta forma en el aire al desintegrarse, plop, aparece un gnomo con barretina verde, barba blanca y botas puntiagudas con cascabeles, flotando a medio metro del suelo.


-Buenos días, buen hombre. Soy un gnomo de la suerte que nace de algunas amanitas cuando se desintegran. Eres un hombre afortunado. Sólo en una de cada cien mil amanitas hay un gnomo de la suerte. Formula un deseo y te lo concederé.


El buscador de setas lo mira despavorido.
-Eso sólo pasa en los cuentos.
-No –responde el gnomo-. También pasa en la realidad. Anda, formula un deseo y te lo concederé...

(Texto: Quim Monzó “La micología” Ochenta y seis cuentos, Barcelona, Anagrama, 2001 pp. 345-347)
(Fotos: VK)
(Modelo de seta: versión de P. Chiari)

Seta "porta notas" realizada con masa de modelar que seca al aire. Está decorada con pinturas acrílicas al agua y metalizadas y para protegerla, unas capas de barniz.

¿Será ésta una de esas "amanita muscaria" en cuyo interior se encuentra un gnomo de la suerte?

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