¿Por qué preguntas tanto?

Para los papás responder las preguntas de nuestros hijos puede ser más grato en unos momentos que en otros. En ocasiones, cada respuesta (lograda a veces con dificultad por parte nuestra!) es sólo el principio de una nueva pregunta. En la etapa en que el niño pregunta básicamente por el "qué es" y el "por qué", las "sesiones" parecen interminables. Pero hay que tener en cuenta la importancia de esta experiencia para los pequeños, pues les proporcionará las respuestas (concretas y emotivas) que harán crecer a su vez su necesidad de informarse, conocer y socializarse.

Un niño no siempre esta buscando la misma respuesta cuando hace una pregunta. Sus motivaciones pueden ser muy diversas y éstas dan sentido a la contestación deseada. Su curiosidad puede ser provocada por diferentes niveles de su personalidad. El niño no sabrá expresar verbalmente estos niveles, pero los revelará en sus actividades y comportamientos.

Si el niño no encuentra la respuesta que busca se retraerá, o tal vez adopte el silencio como actitud siguiente. Si continúa preguntando insistentemente, incluso sin perder atención a la respuesta, significa que su lado emocional es el que está aflorando y aun no encuentra una respuesta que lo satisfaga. Por lo tanto, es necesario continuar el diálogo. Pero si luego de la respuesta, se le ve más tranquilo y pasa a realizar otros juegos o actividades, significa que su curiosidad real fue satisfecha.

Toda pregunta de los niños tiene un primer componente intelectual, por el cual el niño busca información sobre lo que desconoce, lo que no conoce muy bien o sobre lo que apenas necesita constatar o confirmar.

Otro componente es el emocional. El niño en cada momento es resultado de un diálogo entre él y su ambiente. Y en ese ambiente las personas ocupan un lugar principal. Influimos en él, no tanto por lo que le decimos, sino por lo que somos. Cuando el niño pregunta desde este lado emocional, necesita sentir ese clima de confianza, de aceptación y de seguridad afectiva. Es importante que pueda verbalizar sus experiencias e inquietudes en un diálogo abierto y franco con los adultos. Así le estamos ayudando a descargar o aligerar su lado emocional con nuestras respuestas.

El tercer y último componente es el de las relaciones interpersonales, que el niño también explora a través de las preguntas. Por ellas, intenta controlar y explorar a las personas que le rodean, ya sea poniendo a prueba la confianza que le merecemos los adultos, o preguntando con una intención supuestamente agresiva, pero con la sana intención de ponernos en un dilema.

No nos debería preocupar el que nuestros hijos pregunten tanto; más bien que no pregunten nada sería señal de que algo pueda necesitar asesoría. Haciendo un pequeño esfuerzo, permitiremos a nuestros pequeños abrir un camino cada vez más amplio y atractivo hacia la imaginación, la creatividad y la autoconfianza, lo cual contribuirá a su desarrollo integral para alegría de toda la familia.

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