Dónde guardo las tareas del jardín de infancia de mi hijo

Cada bimestre, un gordo folder de tareas de aquel período de aprendizaje llega junto con la libreta de notas de nuestros hijos. Las maestras nos lo envian para que podamos apreciar el trabajo y el avance de nuestros pequeños. La mayoría de las veces, la primera reacción es un sentimiento de sorpresa y ternura, al darnos cuenta de lo que realmente son capaces de hacer.

Pero luego viene el dilema de dónde almacenar semejante cantidad de papeles, cuyas superficies ya no son planas, debido a los diferentes materiales adheridos a ellas, lo cual los hace ocupar mucho espacio dificultando su archivamiento. Al final, terminamos tomando una decisión precipitada de la que podríamos arrepentirnos muchos años después, cuando busquemos todos los recuerdos que podamos encontrar de cuando aquellos hombres y mujeres eran sólo unos niños. Pero las soluciones son varias y muy simples; aunque algunas sean más dificiles de aceptar que otras.

Lo primero que debemos definir es si tenemos espacios libres en casa para guardar todas las tareas. Si existe este espacio, se puede acondicionar en él un baúl de medianas dimensiones, exclusivamente destinado a trabajos del niño, e incluso agregarles los juguetes pequeños que va dejando de usar. Se debe buscar un lugar fresco y seco para almacenarlo; nada de sótanos.

Si a las justas tenemos espacio libre para caminar de un lugar a otro sin tropezarnos en casa, pues hay que tomar decisiones radicales: La primera es revisar las tareas, conforme nos vayan llegando, y seleccionar los trabajos con las mejores calificaciones o sellos de "caritas felices" o "estrellas". El resto, luego de haber sido revisados por papá y mamá, deberán desecharse. No es tan difícil; si te das cuenta, muchos de estos trabajos son repetitivos, pues es parte del reforzamiento de las distintas habilidades, por lo que no vale la pena almacenarlos todos. La otra opción es que los abuelitos tengan en su casa un lugar donde guardarlos, siempre y cuando estén de acuerdo en cederte ese espacio.

Muchas veces encontrarás actividades en blanco, debido a que los días en que se hicieron tu hijo no asistió a clases, por ejemplo. No botes esas hojas, pueden servirte para pasar un buen momento dibujando o pegando papeles con tu hijo en casa.

Para guardar los trabajos, puedes mantenerlos en los folders que te manda el jardín, aunque en la mayoría de los casos piden su devolución. En otros casos los envian en sobres de cartulina dibujados por los niños, pero que son de corta vida y no sirven para almacenar. Lo mejor es adquirir archivadores de palanca que son duros, de gran capacidad y fácil almacenaje. Escribe en sus bordes el nombre de tu hijo y a qué año y bimestre pertenecen, de manera que sean fácilmente ubicables.

Juntar este tipo de recuerdos es algo que valoraremos de aquí a unos años, no sólo nosotros, sino también nuestros hijos.

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